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Dos mujeres

Drama Año 1943. Italia durante los nueve meses de ocupación alemana. Cesira (Sophia Loren) es una mujer que vive en Roma con su hija Rosetta, una adolescente de trece años. Ante el avance de la guerra, decide huir de la capital y refugiarse en casa de unos parientes, en los montes de Ciociaria, donde es muy bien recibida. La vida discurre serena lejos del frente. La bella Cesira conoce a Michele (Jean Paul Belmondo), un joven intelectual que ... [+]
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
23 de octubre de 2008
74 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine llano de Vittorio de Sica, una ventana a la más lacerante realidad, continúa estremeciendo con ese estilo donde ocupa un lugar preponderante la sencillez de la vida de las gentes de la Italia más tradicional y pobre. Denuncia y testimonio, este drama de De Sica hace desfilar ante la pantalla uno de los períodos más difíciles en la historia reciente del país: la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana.
Sobriamente, dejando gran parte del peso de la obra en la potencia interpretativa y arrolladora de una Sofía Loren bellísima y en estado de gracia, “Dos mujeres” se centra en el éxodo de Cesira, una modesta comerciante de Roma, y su hija adolescente, huyendo del horror desatado en las calles de la capital. La Roma bombardeada se ha transformado en un lugar incierto y en una tumba, y Cesira arrostra con su hija Rosetta los caminos para dirigirse a las zonas rurales en busca de sus parientes, alejándose de la peligrosa ciudad, blanco de los constantes ataques.
Retratos de costumbrismo, de supervivencia, disertaciones políticas, ideales partisanos y, ante todo, temor, sentido común, idealismo y amenaza predominan en esta película donde se mete de lleno la mano en las heridas del fascismo, en sus engaños y en la forma en que las personas sencillas del campo interiorizaban sus mentiras y sus principios discriminatorios disfrazados de exaltación y de gloria. Y también en la arriesgada rebelión de quienes no lo aceptaban.
Cesira, mujer fuerte, rotunda, sensual y práctica, avanza en su periplo de búsqueda de un sitio seguro en el que asentarse junto con Rosetta. Decidida, mordaz, valiente y emprendedora, se patea los caminos sin descanso, hallando refugio entre antiguos familiares y nuevos amigos, compartiendo con ellos penalidades y alegrías, y agitando el corazón de algún joven incapaz de sustraerse a la tremenda atracción de sus carnales encantos.
En la Italia en guerra, una madre pelea denodadamente por salir adelante junto con su hija, librando su propia batalla, la batalla que tantas personas libran cada día, contra el miedo, la penuria, el hambre, el desconcierto, el caos, el atropello de su dignidad y de su integridad humana, y el riesgo que acecha tras cada piedra y tras cada revuelta del sendero. Pero también es un canto a esa capacidad que tiene la vida para recuperarse y renovarse, para hallar siquiera una mínima esperanza incluso en el centro de las tinieblas.
Con su fotografía austera, su guión naturalista y el poder de Sofía Loren acompañada de unos buenos secundarios, “Dos mujeres” se alza como una de las películas más hermosas y crudas del neorrealismo tardío italiano.
Vivoleyendo
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17 de noviembre de 2008
53 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las colaboraciones más conocidas de De Sica con la actriz Sophia Loren. Es el largometraje núm. 14 de De Sica, sobre un total de 28. El guión, de Cesare Zavattini y De Sica, adapta la novela “La ciociara” (1957), de Alberto Moravia. Se rueda en escenarios naturales de Itri y Saracinesco (Lacio, Italia) y en los platós de Titanus Studios (Roma). Gana un Oscar (actriz principal). Producida por Carlo Ponti, se estrena el 22-XII-1960 (Italia).

La acción dramática tiene lugar en Roma, en Santa Eugenia (Frosinone, Lacio) y alrededores y en el camino entre Roma y Santa Eugenia. El relato se extiende desde semanas antes del desembarco aliado en Sicilia (10-VII-1943) hasta algunas semanas después de la liberación de Mussolini por los alemanes (12-IX-1943). Cesira (Loren), viuda de un comerciante propietario de un colmado en Roma y madre de una hija de 13 años, Rosita, fruto de un efímero amor juvenil, decide abandonar Roma y trasladarse a su pueblo natal para proteger a la hija de los peligros de la guerra. Allí conoce a Michele Di Libero (Belmondo), un joven intelectual, izquierdista e idealista. Cesira, antigua campesina, es fuerte, valiente, sensata, decidida y luchadora. De cabello negro y ojos penetrantes, es espontánea, atractiva y sensual.

El film suma drama y guerra (IIGM). Compone un retrato impresionante del dolor, la crueldad y la devastación de la guerra, vista desde la óptica de una madre volcada en la protección de su hija. La miseria, el hambre, el miedo y la muerte pasan a formar parte habitual del mundo que rodea a Cesira y Rosita. Los bombardeos, los ametrallamientos desde el aire, el ruido ensordecedor de los aviones en misiones de observación, identificación de objetivos y de ataque, llena el paisaje de la ciudad y del campo, llevando destrucción, desolación y desamparo a personas inocentes, sin distinción de dad, género e ideología. La llegada gradual de soldados aliados y la retirada progresiva de los alemanes no cambia la situación que viven madre e hija, porque la guerra continúa.

Son interesantes los retratos que De Sica compone de los ancianos, los niños y las mujeres, como víctimas de una guerra que les alcanza de lleno y les afecta directamente. Con habilidad y concisión dibuja el talante y el comportamiento de los fascistas del pueblo, del comandante alemán que se deja invitar a comer una vez a la semana por la familia más acomodada de la localidad, la desesperación de los soldados alemanes que se baten en retirada, las reacciones populares ante las noticias que llegan del frente (desembarco aliado en Sicilia, arresto de Mussolini, etc.).

(Sigue en el spoiler sin revelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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24 de abril de 2009
36 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dedico esta crítica a mi mamá: primero, porque la ví con ella, y segundo, porque la quiero mucho. La echaron una noche por la tele, hace mil años, y mi madre y yo nos quedamos a sufrir juntas, seguramente con una tableta de chocolate para pasar el mal trago. Mi padre se fue a la cama porque decía que, para pasarlo mal, prefería oír a José María García hablando de su equipo en el partido del domingo... Los hombres no entienden ciertas cosas, porque nosotras, con el corazón “oprimío” y todo, ¡que "bien" lo pasamos con esta peli! ¡Cómo nos sentimos de identificadas con ella: una madre y una hija luchando por sobrevivir y por hacer que la otra sufriera menos que una!

Yo veía a Sofía y veía a mi madre. Y eso que mi madre es mucho más guapa que ella (yo no, yo me parezco bastante a la Loren) Porque mira que Sofía es arte puro, y carne y pasión. Y verdad. Que guapísima estaba desgarrada, o enfadada, o violada, o pobre, o enamorada sin remedio y sin medida... Que belleza y que fuego de mujer, sólo la veías a ella (o, como mucho, a su escote) cuando estaba en una pantalla. Ni Marcello ni nadie, solo ella... Pues en esta película, cuando ella quería, porque ella manda, solo veías una MADRE. A lo bestia. Con mayúsculas.

Y ¡qué grande es el cine! ¡y qué buenos ratos! Y cuánta nostalgia de algunas películas y momentos! Solo por compartirlo con la gente que amas, ya merece la pena el invento...
paki
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30 de marzo de 2006
33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial y realista película de Vittorio de Sica en la que madre e hija deberán sortear los obstáculos de la ocupación italiana para llegar a buen puerto. De Roma al sur y luego del sur camino a Roma en un viaje de arriba a abajo y viceversa en la que los hombres, los familiares, la comida y los soldados dirigirán los pasos de las dos mujeres.

Dos mujeres tiene fuerza. Se la da la actuación de una guapísima Sofía Loren y un correcto Jean Paul Belmondo. También que el realismo de la historia otorga al film la verosimilitud suficiente para creernos las diferentes situaciones e incluso imaginar variables distintas. La secuencia de los turcos en la iglesia es demoledora. Los diálogos de Sofía Loren están escritos con brillantez, y su papel de mujer luchadora e independiente le valió un merecido Oscar. Entretenida película que nos muestra un trozo de la Italia en guerra. Recomendable.
Txarly
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7 de noviembre de 2007
33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay diversas escenas que son de una estética y un arte digno de mención: por ej. cuando madre e hija están de noche acostadas en la misma cama y se ve en el ángulo superior izquierdo de la pantalla una lamparilla de aceite encendida bajo una imagen de la Virgen María (ahí, la tres están iluminadas, como representando la luz que conlleva toda mujer); también la declaración de amor del joven izquierdista a la viuda, junto al pequeño cementerio de la aldea, bajo un cielo cubierto de nubes oscuras y el inicio de un chaparrón; o la escena de las dos mujeres bajadas del tren y llevando las maletas sobre la cabeza ante las miradas y voces de los alegres soldados alemanes.

El Oscar dado a Sophia Loren (de muy buen ver en su cuerpazo de pura sabrosura) es muy merecido, pues su interpretación de campesina o pueblerina, en medio de una guerra y de ideologías que no entiende ni le van ni le vienen, es sobradamente notable.

Se trata de un film eminentemente centrado en la impronta femenina. Alberto Moravia, el autor de la novela que dio pie a esta película, "La ciociara" (la campesina), nos describe en su libro así a ambas: "Cesira era viuda, tenía la cara redonda, los ojos negros, grandes y penetrantes y el pelo negro (...). Tenía la boca roja como el coral y, cuando reía, enseñaba dos hileras de dientes blancos, regulares y apretados. Era fuerte y sobre el rodete, en equilibrio sobre la cabeza, era capaz de llevar medio quintal. (...). Su hija Rosetta tenía una cara como de ovejita, de ojos grandes, expresión dulce y casi acongojada, una nariz delgada que le bajaba un poco sobre la boca, una boca bella y carnosa que, sin embargo, sobresalía de la barbilla encogida, precisamente como la de las ovejas."

La película está muy bien construida sobre estas dos mujeres como centro y soporte de la historia; excepto por un fallo absurdo según el cual, Rosetta, la mujercita de trece años, después de pasar por la traumática experiencia que pasa, aún tiene cuerpo ese mismo día como para irse a bailar. ¡Vamos, en mi vida he visto una reacción más surrealista, impropia y absurda acerca de una muchacha víctima de un salvajismo traumatizador de la carne y el espíritu. No es creible; en modo alguno puede esperarse un comportamiento así en una fémina que acaba de experimentar la invasión brutal de la vida, ¡dicho comportamiento resulta irracional e inasumible desde todos los puntos de vista, incluso el de la locura!

Por lo demás, la película es un buen producto deslumbrante en potencial femenino e imágenes campestres que casi nos transmiten su oxígeno y naturalidad.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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