Ladrones de mentes

Thriller de acción un tanto claustrofóbico sobre los efectos causados por una droga experimental. La película está hecha por y para el lucimiento de su estrella principal, Wesley Snipes, pero no sólo no consigue este propósito, sino que resulta un paso atrás en su carrera debido a sus intermitentes apariciones, la inconsistencia de la trama y una gran pobreza en los efectos especiales. Las secuencias de acción pueden contarse con los dedos de la mano y el guión es poco creíble. Resulta extraño ver a alguien del talento de Snipes en una producción que podría catalogarse de serie B.

Pues a mí no me parece tan desastrosa. Tampoco es que sea buena, pero es entretenida y se ve sin problemas de un tirón. El problema del film es que empieza bastante bien (la primera media hora promete), pero luego se diluye bastante, y tras un buen trozo en el que no pasa nada destacable, el final es un tanto flojo.
Se puede ver sin problemas; hay otros muchos pastiches muy bien valorados y son bastante peores.

Insufrible, insoportable, reiterativa hasta la extenuación, tedio absoluto y aburrimiento masivo. De las peores películas de Wesley Snipes sin pies ni cabeza y con unas interpretaciones que dan pena. Pienso que el cine de acción debe ser sobre todo eso, acción, no mansedumbre sin justificación posible. Sencillamente, dediquemos nuestro precioso tiempo a otra cosa.

El popular actor afroamericano Wesley Snipes inició su carrera trabajando primero con directores de hondo calado (me estoy refiriendo a realizadores como Spike Lee o Abel Ferrara), para decantarse después de manera casi exclusiva por el evasivo género de la acción, y fue con el género del mamporro y el gatillo fácil con el que cosechó sus mayores éxitos; películas como Demolition man, Pasajero 57, Asalto al tren el dinero o Blade no pasarán a los anales del séptimo arte pero sí que lograron entretenernos satisfactoriamente. Actualmente (y desde hace ya algunos años, demasiados), el susodicho actor está atravesando una época de franca flojera “artística”, y si no corrige ya esta tendencia negativa corre el riesgo de perpetuarse en una decadencia insalvable. Blade Trinity y Ladrones de mentes, ambas películas del 2004, son un claro ejemplo de esta decaída, aunque si tuviera que decantarme por una de las dos, probablemente la película del cazavampiros sería la damnificada, lo cual no significa que la película electa responda a las expectativas. De argumento fácil y simplón, Ladrones de mentes está atestada de los tópicos más recurrentes y de los lugares comunes más transitados de la acción policial yankee. Es cierto que la película se desarrolla con cierta eficacia y dinamismo y que, indulgentemente, podría ser salvada de la quema, pero no responde a lo que de una estrella de primer orden como es Wesley Snipes se espera. El uso del flashback es rupestre y repetitivo, y la previsibilidad y simpleza de la historia rayan en lo infantil, situando al film en la medianía más absoluta y olvidable. Sinceramente, el morenito musculoso y vacilón debería aspirar a algo más que a entretenernos entre bostezos una tediosa tarde hogareña de domingo.

Ese actor ha tenido mejores épocas, ahora parece decidido a convertirse en el digno sucesor de Steven Seagal, Van Damme o el omnipotente Chuck Norris con esta película que hubiera resultado igual si la hubiera interpretado alguno de los ya mencionados.

Siendo la historia tan predecible, floja y tópica se convierte en el perfecto telefilm de sobremesa para ver un domingo por la tarde.