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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
6
Animación. Aventuras Tintín, un joven periodista dotado de una curiosidad insaciable, y su leal perro Milú descubren que la maqueta de un barco contiene un enigmático y secular secreto que deben investigar. A partir de ese momento, Tintín se verá acosado por Ivan Ivanovitch Sakharine, un diabólico villano que cree que el joven ha robado un valioso tesoro vinculado a un cruel pirata llamado Rackham el Rojo. Pero, con la ayuda de Milú, del cascarrabias ... [+]
18 de noviembre de 2011
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que un director queda embelesado con las posibilidades que le ofrece el formato y lleva a cabo la plasmación de sus frustraciones e imposibilidades técnicas. Robert Zemeckis se desfogó cinematográficamente a gusto con “Polar Express”, “Beowulf” y “Cuento de navidad” y ahora Steven Spielberg, amparado por el empacho de Diet-Coke de Peter Jackson, se atreve a adaptar parte del universo de Hergé para eyacularnos en los ojos sus delirios cinemato-pajilleros. Leche spielbergiana con gusto, no pica.

Es curioso que los cineastas desean alcanzar la excelencia del alargar el plano por encima de las leyes físicas y el formato actual les catapulta a sus deseos interiores. En “Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio” hay un plano secuencia sobrenatural en el que se invoca al pasado imborrable de Indiana Jones con el presente de la técnica y avaricia perfeccionista actual. En ese largo plano secuencia (que no longevo, porque el que hace dieta se pondrá las botas en su continuación) ocurren muchas cosas pero al final uno asiste a una exhibición de caída de piezas de dominó coreografiada y ensayada… sin posibilidad de error ni fallo. ¿Merece la pena? ¿Merece la pena que el espectáculo de aventuras se convierta en algo mecánico y que el propio rodaje quede desamparado de la aventura de la posibilidad de errar? ¿De que el espectador busque el fallo al otro lado para hallar la humanidad autoral? Spielberg siempre ha sido y será espectáculo y ese americanizado Tintín, que parece que quiere estrenarse en EEUU después de “The Artist” para que así se vean las bondades y excelencias gabachas, nos ofrece una sobredosis transcriptora de la emoción aventurera de las viñetas de Hergé.

Los más hergenianos tal vez queden desencantados aunque precisamente Spielberg no ha hecho la película para ellos, tampoco para los que se escandalicen con un chiste de zoofilia o consideren al Capitán Haddock una mala influencia etílica para los niños… sino para los más peces del reino tintinesco. Viendo toda esas figuras visuales rocambolescas, filigranas y ornamentos estilísticos que nos ofrece el director de “En busca del arca perdida” me hace preguntarme si realmente Tintín es periodista o el abuelo de Jason Bourne o si ese perro-consorte llamado Milú es realmente perro, humano reencarnado o alienígena de inteligencia supina con capacidad de invadir Polonia y el mundo con medio ladrido. De momento, y mientras froto las gafas 3D cual lámpara mágica, creo que Spielberg (y seguramente en el futuro relevo de Peter Jackson) ha invadido con su marca nuestras carteras y parte de nuestros corazones.
Maldito Bastardo
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