Así la definió uno de mis compañeros de trabajo allá por los primeros años ochenta, impactado sin duda por el espectáculo al que había asistido.
En el mundo del cómic ya se había tratado la ciencia-ficción desde un punto de vista decadente y crepuscular, pero Scott le da otra vuelta de turca a esta peculiar visión del futuro -que ya había adelantado en "Alien, el octavo..."- y consigue filmar esta obra maestra de la ciencia-ficción que quedó fijada durante meses en las retinas de los muchísimos espectadores que acudimos varias veces al cine a verla -por aquellos años el vídeo no se había generalizado todavía-.
Película imprescindible y, de alguna manera premonitoria que ningún buen aficionado al cine, al cómic o a la ciencia ficción debe perderse.
Por cierto, la película mejora en la versión que salió hace pocos años en DVD -la que le hubiera gustado estrenar a Ridley Scott- que la que pusieron en los ochenta, aunque la esencia es la misma.