Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Adri:
5
Thriller. Acción. Drama Hace ocho años que Batman desapareció, dejando de ser un héroe para convertirse en un fugitivo. Al asumir la culpa por la muerte del fiscal del distrito Harvey Dent, el Caballero Oscuro decidió sacrificarlo todo por lo que consideraba, al igual que el Comisario Gordon, un bien mayor. La mentira funciona durante un tiempo, ya que la actividad criminal de la ciudad de Gotham se ve aplacada gracias a la dura Ley Dent. Pero todo cambia con ... [+]
23 de julio de 2012
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hoy existieran aquellos directores que en la edad de oro de Hollywood —aquella donde los grandes estudios imponían sus decisiones a los directores cual cadena de montaje— eran capaces de crear su sello distintivo pese al control férreo al que estaban sometidos, aquellos directores como Howard Hawks, Frank Capra o John Ford a los que Martin Scorsese denominaba “contrabandistas” en su documental Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano, Christopher Nolan, sin llegar al nivel creativo de tan ilustres personalidades, sería uno de ellos.

Se trata de un director que consigue infiltrar sus inquietudes autorales en estructuras convencionales. Un cineasta que sabe jugar y utilizar las limitaciones creativas propias de una gran producción brindando al espectador una inusual armonía entre el puro entretenimiento característico del cine más comercial y la madurez inherente al cine autoral.

Nolan se ha valido siempre de la idiosincrasia del thriller para amoldar su estructura a la visión posmodernista que tiene de la sociedad. Así se explica que todos sus personajes se vean abocados a la búsqueda interior de su propia identidad como única opción de arraigo a la realidad fugaz y cambiante en la que viven. Entre el Leonard de Memento —que vivía una realidad totalmente fragmentada e inestable donde la búsqueda de su olvidada identidad le aferraba a la vida— y el Dom Cobb de Origen —que buceaba en su propio subconsciente como modo de vida— nos encontramos con el personaje que aquí nos ocupa, Bruce Wayne/Batman.
El cineasta inglés ha sabido llevar el blockbuster a su terreno personal, acercando a Bruce Wayne a la oscuridad y tragedia con la que Bob Kane ideó originariamente los cómics y potenciando la temática característica de su cine. En una realidad (Gotham) donde la desaparición de idealismos y la falta de personalidad del individuo han desembocado en una pérdida de fe en el poder público y una total despreocupación ante la injusticia, un personaje decide emprender una revolución interior para devolver la estabilidad a ese entorno en el que vive.

Esta idea que en Batman begins sorprendió y en El caballero oscuro fascinó, en esta tercera entrega se reitera hasta la extenuación y lo que tenía de épico la segunda parte lo tiene esta de decaído. Cierto es que Nolan se veía en la difícil tesitura de superar la magnífica imagen que dejó El caballero oscuro, pero su intento de acabar esta saga por todo lo alto se ha quedado a medias.

La frescura con la que Nolan emplea el lenguaje cinematográfico se ha visto saboteada en pos de una esquematización narrativa más clásica. Como los grandes cineastas, siempre ha sabido darle un uso especial al montaje de las imágenes para imprimir el suspense y el ritmo a sus filmes —ver el rompecabezas visual que nos plantea en Memento, el frenético compás del último tercio de Origen o la intensidad trágica de las imágenes en varios momentos del Caballero oscuro—, sin embargo, a excepción de los espectaculares minutos iniciales o la impactante secuencia del estadio de fútbol —estropeada, todo sea dicho, por el tráiler—, aboga por un montaje rutinario y, en ocasiones, tedioso, donde los 72 minutos grabados en formato IMAX se ven aprovechados en contadas escenas de acción pero totalmente desaprovechados como recurso narrativo.

Los diálogos, escritos sobre el guión son excelentes, pero puestos en boca de los protagonistas en según qué situaciones, suenan excesivos. Esa grandilocuencia en el libreto —enardecida por la estridente banda sonora de Hans Zimmer— se vuelve en contra del mismo al no ir acompañado de la fuerza dramática que sí poseía El caballero oscuro, por ello, lo que en aquella sonaba creíble, en ésta suena rimbombante. No obstante, la mayor tacha del guión reside en la carencia de esa incoherencia, locura y lúcida incongruencia que el inexplicable y enigmático Joker imponía al filme anterior en contraposición a ese afán de justificación y resolución a toda costa que detenta este renacer del oscuro caballero dando lugar a forzadas e innecesarias situaciones.

En conclusión, El caballero oscuro: La leyenda renace supone la tibia culminación de un proyecto mastodóntico de más de siete horas de duración que pasará a la historia del cine como la dignificación de un género habitualmente vilipendiado por el mundo cinéfilo y, sobre todo, como la demostración de que el cine comercial también puede ser serio.
Adri
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow