Termino de ver la película y pienso “Esto es buen cine, sí señor”. Y es que “La Zona” me ha resultado una magnífica y dura exposición de la condición humana cuando ésta pasa por la supervivencia y la autoprotección (dentro de una suerte de panóptico), el miedo, la transmisión de valores (aunque éstos no sean acertados) de padres a hijos, la consecuente imitación de modelos, el aislamiento, las barreras (los muros) que separan un mundo de otro (cuando en ambos, a fin de cuentas, se da la misma miseria moral), la compasión, la indiferencia, el egoísmo, la corruptela, la fina línea que separa lo justo de lo injusto, la Ley del Talión, el poder de la turba… Todo eso, y mucho más, sin concesiones ni edulcorantes, trabajado con una seriedad tal que no puede sino cristalizar en el resultado soberbio que, al menos yo, encuentro en este largometraje.

La cinta está rodada con mucho oficio y acierto, demostrando, entre otros detalles técnicos, una utilización de la cámara al hombro acertada y para nada cargante. Además –y esto me parece primordial para los buenos resultados que ofrece–, cuenta con un trabajo actoral excelente. Destacaría la interpretación de una dignísima Maribel Verdú que, sin ser, precisamente, “santa de mi devoción”, hay que reconocer que borda su papel dentro de un reparto coral donde nadie desentona. Como thriller, la película parte de una premisa interesantísima y, durante todo su desarrollo, ahonda en los recovecos del comportamiento humano aportando la dosis de acción y conflicto necesaria para que el espectador no pierda interés en ningún momento.

Que sí, que me estoy deshaciendo en halagos, pero es que, desde mi punto de vista, son totalmente merecidos. De modo que, mi más sincero aplauso a esta ópera prima de Rodrigo Plá. Obras como la suya contribuyen a que el cine mexicano actual cada día me guste más.