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Voto de Archilupo:
10
Drama Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
4 de agosto de 2008
57 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Bach, Dreyer fue artista de vivos sentimientos religiosos, que impregnan a fondo su obra. Para disfrutarla no es necesario compartirlos, aunque comprender su raíz enriquece la emoción estética.
Dreyer trabajó toda su vida un guión sobre Jesucristo. Nunca lo filmó, pero algo traspasó a “Ordet”, que toca misterios cristianos: la resurrección, la fe, el poder de la palabra verdadera, el milagro que el fervor de un loco y la inocencia infantil pueden obrar frente a la rutina sacerdotal…

En una zona rural de Dinamarca vive un acomodado granjero viudo con sus tres hijos. Uno de ellos va a ser padre por segunda vez; otro está a punto de comprometerse. Un tercero, Johannes, estudiaba Teología pero leyendo a Kierkegaard se trastornó.

Al final de su vida, Kierkegaard se enfrentó a sus compatriotas daneses. Les achacaba vivir un cristianismo filisteo e inauténtico, enredados en riñas sectarias, más pendientes de la letra evangélica que de su espíritu.

Identificado con Cristo, en las dunas de Jutlandia Johannes reprocha lo mismo a una multitud invisible. Suele permanecer en su cuarto excepto cuando, para consternación de la familia, sale a decir cosas incomprensibles. Todos son devotos de una u otra facción eclesiástica, pero Johannes vive la religión a su propia manera, radical y total. Se mueve en una realidad aparte, un mundo paralelo donde siente fenómenos espirituales que los demás no sienten.
Desaparecido en días cruciales, deja una nota de Juan 13,33: “Me marcho y tendréis que buscarme, pero allá donde voy no podréis entrar”.

La maravillosa interpretación de P. Lerdoff, que logra uno de los personajes más impresionantes del cine europeo, se basa en el estudio directo de un frágil místico recluido en un asilo mental, de quien copió su habla autista, ahogada y remota*, y su moverse lento y escorado, fija la mirada en otra dimensión.

También la cámara se mueve despacio. Todo en el film sucede con mucha parsimonia. Lo más dinámico es el aleteo de prendas blancas en el tendedero, contra el cielo gris.
De la pieza teatral del párroco Munk, estudioso de Kierkegaard, Dreyer depuró muchos diálogos, llenando el argumento de silencios para dar voz a recursos cinematográficos: elocuentes primeros planos, estudiados encuadres, una asombrosa iluminación que parece buscar el aura y contribuye a la atmósfera sobrenatural de una escena de intensidad indefinible: la parturienta en trance de muerte.

La madre de Dreyer murió al darle a luz (para agravar la desgracia, el matrimonio que le adoptó era así: desde niño le anunciaban que tendría que ganar dinero cuanto antes para devolverles lo gastado en criarle).

Una fuerza invisible protagoniza y tensa la obra. “Ordet” la trata como algo real, un hálito que manda en los cielos poblados de nubes brillantes, en las dunas despeinadas por rachas que soplan de donde quieren.


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(*) El doblaje español le pone voz de galán, la que suele tener Steve McQueen. Imprescindible la VOS.
Archilupo
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