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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
7
Drama Sebbe es un chico de quince años que vive con su madre en un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad. Sufre el maltrato de sus compañeros en la escuela, y se evade de la realidad gracias a sus habilidades técnicas, que usa para crear nuevos objetos. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2011
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Sebbe hubiera sido una película norteamericana, lo más probable es que su discurso hubiese caido en la empatía, en el conservadurismo, en la justificación, en el triunfalismo, en el sentimentalismo barato. Estamos excesivamente acostumbrados a que todas las actitudes de los personajes tengan un sentido, de que los protagonistas sean héroes sin resquicios y de que todo culmine con un final feliz condescendiente con la historia y también con la audiencia. La vida siempre es mucho más compleja y el cine debe aspirar a retratarla con toda su crudeza, respetando a los personajes sin justificarles. El cine no debe tener miedo a resultar desagradable o triste, y los espectadores deben asumir que el séptimo arte está capacitado y obligado a ofrecer algo más que un rato de evasión. Sebbe se sitúa a conciencia fuera de esa órbita de cine social con moralina: el resultado es una película fría, que pone al espectador en un constante estado de desamparo y tensión, afín a las formas del cine de los Hermanos Dardenne o el Paranoid Park de Gus Van Sant. La historia de Sebbe no es ni fácil ni cómoda, y como tal la película es corta pero certera, apunta al epicentro de cuestiones sociales como el bullying o la incomunicación entre padres e hijos.

Sebbe es la historia de un niño de quince años que busca algo tan natural como el amor de su madre. Sebbe es un chico que interioriza todos sus sentimientos, que calla todas las situaciones de maltrato que sufre en el instituto y que encuentra su vía de escape viajando en soledad con su motocicleta casera y fabricando pequeños artilugios a partir de piezas recicladas y chatarra. La madre, Eva, trabaja por las noches repartiendo periódicos por las frías calles de su ciudad, y tampoco verbaliza sus problemas laborales y económicos con su hijo, al que quiere y al que paradójicamente detesta por recordarle cada día la ausencia del marido muerto. Personajes heridos, seres que resultan buenos o malos según la escena, que tienen recovecos, oscuridades, dobleces, como todos nosotros. Sebbe rezuma verdad, y la verdad siempre es esquiva: ¿cómo fue el pasado de esa madre y ese hijo? ¿qué pasa por la cabeza de Sebbe al sostener varios cartuchos de dinamita? ¿cuál es el detonante primero que basa la rabieta de la madre? ¿podrán algún día esos personajes tan entrañables limar sus esperezas, sentarse a hablar, darse cuenta de que ambos tienen mucho que reprocharse y otro tanto que perdonarse? Ni lo sabemos ni debemos saberlo. De no ser así, Sebbe sería diferente, más accesible, también menos certera. Todos hemos salido ganando: estamos ante una ópera prima de nivel que nadie debería perderse. A reivindicar.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities, http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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