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Voto de Archilupo:
8
7,7
17.931
Drama
Un joven combatiente de la Primera Guerra Mundial despierta totalmente confuso en un hospital, confinado de por vida, ciego, sordo y mudo y con las piernas y los brazos amputados a causa de una explosión sucedida durante un bombardeo. Al principio no es consciente de lo que le ha sucedido y en qué condiciones está, pero poco a poco comienza a darse cuenta... (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2010
32 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como con muchos documentales, con esta película conviene dejar a un lado sus valores estrictamente cinematográficos para atender a su mensaje, que es un estertor y no permite otra opción.
Al recibirla como un panfleto (en el sentido más noble posible del término) antes que como una película normal, restamos importancia a tanto acento en lo claustrofóbico y monótono, y en el patetismo, que sirven para potenciar el alarido. Esto es lo buscado frontal y auténticamente, y no el truco ni el artificio.
Un alarido contra la guerra, contra el hecho de que, quienes planifican las carnicerías desde sus despachos, envíen forzosos a aquellos que tendrán que hacer frente con sus fusiles y sus cuerpos a quienes intentarán matarlos, pobre carne de cañón, mientras el general en su gabinete estudia con monóculo las banderitas pinchadas en el mapa de operaciones y se fuma un habano, indiferente a las cifras de mortandad en la tropa; contra aquellos que hacen la guerra escondidos a distancia, sin dar la cara. En frío, lo describe “Senderos de gloria”.
Y un alarido a favor de la muerte digna, que el Sistema tampoco ofrecerá al pobre despojo humano. Todo lo más, una samaritana consolación.
Película que cubre una demanda de la mente colectiva, si no la hubiera hecho Trumbo (excelente guionista que para ello se metió a tareas de director) no habría tardado otro en hacer una equivalente.
(Johnny tiene un primo en el spoiler)
Al recibirla como un panfleto (en el sentido más noble posible del término) antes que como una película normal, restamos importancia a tanto acento en lo claustrofóbico y monótono, y en el patetismo, que sirven para potenciar el alarido. Esto es lo buscado frontal y auténticamente, y no el truco ni el artificio.
Un alarido contra la guerra, contra el hecho de que, quienes planifican las carnicerías desde sus despachos, envíen forzosos a aquellos que tendrán que hacer frente con sus fusiles y sus cuerpos a quienes intentarán matarlos, pobre carne de cañón, mientras el general en su gabinete estudia con monóculo las banderitas pinchadas en el mapa de operaciones y se fuma un habano, indiferente a las cifras de mortandad en la tropa; contra aquellos que hacen la guerra escondidos a distancia, sin dar la cara. En frío, lo describe “Senderos de gloria”.
Y un alarido a favor de la muerte digna, que el Sistema tampoco ofrecerá al pobre despojo humano. Todo lo más, una samaritana consolación.
Película que cubre una demanda de la mente colectiva, si no la hubiera hecho Trumbo (excelente guionista que para ello se metió a tareas de director) no habría tardado otro en hacer una equivalente.
(Johnny tiene un primo en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Johnny tiene en FA un primo (a diferencia de él, con brazos y piernas, pero poco más), llamémosle Juanito, o Juanita, a quien le gusta coger el fusil para practicar el “fusilamiento”, es decir, tomar unas cuantas críticas de otro usuario, ponerlas en fila y, sin necesariamente leerlas o haber visto los filmes, acribillarlas dando para todas al NO.
¿Por qué? Porque detesta al agredido, o acaso lo envidia, o cree que se metió con un ídolo o no lo ensalzó bastante, o porque proyecta fantasías en el odiado, después de todo un desconocido, o porque sí, sin más.
Al fin y al cabo, es gratis: el anonimato facilita no tener que responder de lo que se hace.
Si de una diferencia de criterios se tratara, eso se puede argumentar en civilizado intercambio de pareceres, y para eso está el buzón, pero el fusilador suele utilizarlo para enviar insultos.
No es diferencia de criterios lo que le mueve sino un sentimiento irracional y primario, al que puede dar salida al amparo de dicho anonimato; a que no hace falta dar la cara tras la acción. Juanito coge su fusil, dispara escondido y a traición, y luego huye a las tinieblas.
A lo mejor la madre del fusilador le habla en su cabeza, como la de Norman Bates, y le dice que fusile y fusile, que dé sin descanso al NO, hasta gastarse la huella dactilar, para así ser alguien, alguien que interviene aunque sea cobardemente oculto, y experimenta de esa forma un placer psicópata.
Antes se podía fusilar sin límite: 200 ó 300 críticas de una tacada. Pero las máquinas informáticas antifusilamiento puestas en marcha por los administradores de FA limitan la actividad. Para satisfacer ahora el impulso acribillador hay que hacerlo de tres en tres, con cuentagotas; o usar varias cuentas, para así multiplicar posibilidades agresoras.
Pero además de darse esos placeres solitarios, los primos de Johnny también tienen pesadillas, quizá porque olfatean que el placer está pronto a acabar. Intuyen que Pablo Kurt está a punto de habilitar un nuevo sistema contra la práctica del fusilamiento: el inminente fin del anonimato del NO, que pasará a ser público, tendrá firma y su autoría quedará a la vista: se podrá saber qué usuario ha emitido cada voto negativo.
Será como levantar la tapa de la alcantarilla y descubrir a las ratas rebozadas en la materia fecal de sus inquinas enfermizas, en las aguas pútridas de sus tirrias neuróticas.
Se verá cómo hay usuarios cuya única contribución a FA consiste en acosar a otros usuarios y repartir negativos a capricho. Y cómo firmas que quieren ser prestigiosas y ganar el crédito de seguidores dan rienda suelta a sus paranoias y usan el NO para trepar en las páginas de las películas.
Ese día, bastante próximo ya, quedarán en evidencia sus ejecutorias despreciables. Hundidos en el oprobio tendrán que salir, en medio de la rechifla general, por la puerta trasera.
Será por el bien de FilmAffinity, que mejorará tanto más cuanto mejor consiga eliminar la plaga de los fusiladores.
¿Por qué? Porque detesta al agredido, o acaso lo envidia, o cree que se metió con un ídolo o no lo ensalzó bastante, o porque proyecta fantasías en el odiado, después de todo un desconocido, o porque sí, sin más.
Al fin y al cabo, es gratis: el anonimato facilita no tener que responder de lo que se hace.
Si de una diferencia de criterios se tratara, eso se puede argumentar en civilizado intercambio de pareceres, y para eso está el buzón, pero el fusilador suele utilizarlo para enviar insultos.
No es diferencia de criterios lo que le mueve sino un sentimiento irracional y primario, al que puede dar salida al amparo de dicho anonimato; a que no hace falta dar la cara tras la acción. Juanito coge su fusil, dispara escondido y a traición, y luego huye a las tinieblas.
A lo mejor la madre del fusilador le habla en su cabeza, como la de Norman Bates, y le dice que fusile y fusile, que dé sin descanso al NO, hasta gastarse la huella dactilar, para así ser alguien, alguien que interviene aunque sea cobardemente oculto, y experimenta de esa forma un placer psicópata.
Antes se podía fusilar sin límite: 200 ó 300 críticas de una tacada. Pero las máquinas informáticas antifusilamiento puestas en marcha por los administradores de FA limitan la actividad. Para satisfacer ahora el impulso acribillador hay que hacerlo de tres en tres, con cuentagotas; o usar varias cuentas, para así multiplicar posibilidades agresoras.
Pero además de darse esos placeres solitarios, los primos de Johnny también tienen pesadillas, quizá porque olfatean que el placer está pronto a acabar. Intuyen que Pablo Kurt está a punto de habilitar un nuevo sistema contra la práctica del fusilamiento: el inminente fin del anonimato del NO, que pasará a ser público, tendrá firma y su autoría quedará a la vista: se podrá saber qué usuario ha emitido cada voto negativo.
Será como levantar la tapa de la alcantarilla y descubrir a las ratas rebozadas en la materia fecal de sus inquinas enfermizas, en las aguas pútridas de sus tirrias neuróticas.
Se verá cómo hay usuarios cuya única contribución a FA consiste en acosar a otros usuarios y repartir negativos a capricho. Y cómo firmas que quieren ser prestigiosas y ganar el crédito de seguidores dan rienda suelta a sus paranoias y usan el NO para trepar en las páginas de las películas.
Ese día, bastante próximo ya, quedarán en evidencia sus ejecutorias despreciables. Hundidos en el oprobio tendrán que salir, en medio de la rechifla general, por la puerta trasera.
Será por el bien de FilmAffinity, que mejorará tanto más cuanto mejor consiga eliminar la plaga de los fusiladores.