Para mí fue una de las sorpresas del año en la medida en que no esperaba encontrarme con un producto de calidad como al final resultó ser. A pesar de lo que por ahí se comente la película va más allá de mostrar, con más o menos ropa, a dos ídolos de adolescentes en pleno apogeo. La sustentan una buena historia y unas más que correctas interpretaciones (Eric Bana se come a Brad Pitt). Está bien narrada, es muy entretenida, dosifica adecuadamente el nivel de tensión, es espectacular cuando tiene que serlo y, lógicamente, también encuentra un hueco para el amor. Un trabajo muy completo y muy bien realizado.

Que tiene alguna que otra pamplina o escena tonta de cara a la galería, pues sí, para qué negarlo. Pero es que es muy difícil agradar en todo momento. A veces los directores se entusiasman y ya se sabe... De ahí que le haya puesto un siete y no un ocho o un diez. No es el Espartaco de Stanley Kubrick pero está bien. Cosas peores se han hecho y nadie se ha rasgado las vestiduras...