No son pocos los que, al mencionar la década de los 80, recordarán a David Cronenberg como uno de los directores estandartes de un movimiento que juntaba lo fantástico con el terror. Videodrome es una buena prueba de ello con una idea muy curiosa y sobre todo muy confusa incluso para dicha década, donde todo se daba mascadito y no había casi lugar para la reflexión.

Videodrome es lo suficientemente como para que, si a día de hoy se hiciera tal cual (solo con mejoras técnicas y ya), quedaría como una gran película y no como algo ridículo, cosa que le pasa a la mayoría de las películas que comparten género con esta locura de Cronenberg. No es que Videodrome tenga un sentido muy marcado, pero está llena de una serie de mensajes más allá de la pantalla que vemos, que a día de hoy no han calado como deberían y siguen siendo tema de debate en casi todas las artes.

Además, la película cuenta con elementos que bien pueden escandalizar a más de uno, con la diferencia de que Cronenberg no parecía buscar eso a diferencia de otras películas donde parece que los directores han nacido para escandalizar simplemente sin preocuparse por su película en sí. Estamos ante un buen ejemplo de que transgredir no siempre está fuera de lugar y no siempre sirve para dar una publicidad engañosa a la película, el darle ese morbo que la catapulte a la fama sin más.

James Woods me resulto muy convincente, aunque cuando afronta esos minutos finales "absorbido" está un poco visto de más. El resto del reparto no es precisamente maravilloso pero si que por lo menos no desentona ni perjudica a la buena intención de una película que quedara grabada en más de uno como referente del género, como si de una cinta VHS a la que se le ha arrancado la lengueta se tratara.