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Voto de RAMON ROCEL:
8
8,2
14.057
Drama. Romance
Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar. Último y melancólico film americano de Chaplin. (FILMAFFINITY)
24 de mayo de 2010
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos legendarios mimos, iconos de la comedia del cine de todos los tiempos se dan cita en esta inolvidable producción con un tema que se haría clásico como lo es “Candilejas”.
“Ríe payaso, ríe” parece decir el eslogan para un actor como Chaplin, que siempre fue a la búsqueda del amor, a la búsqueda de si mismo. Y sus pensamientos parecen que casi lo logaran. Pero para un genio, solo le queda dejarnos sus imágenes cobijadas por la música, y caer en una nostalgia, que el cine hace perdurable:
Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora
correcta y en el momento exacto y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre…”Autoestima”
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy
contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es…”Autenticidad”
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente y comencé a ver todo lo que acontece y que contribuye a
mi crecimiento.
Hoy eso se llama…”Madurez”
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es
ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, solo
para realizar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el
momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es…”RESPETO”
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que
no fuese saludable…, personas, situaciones, todo y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó esa actitud
egoísmo.
Hoy se llama…”Amor Propio”
Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí
de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero
y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es…”Simplicidad”
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y
con eso, erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es la…”Humildad”
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama…”Plenitud”
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, ella
tiene una gran y valiosa aliada.
Todo eso es…”Saber Vivir”
No debemos tener miedo de confrontarnos, hasta los planetas chocan
y del caos nacen muchas estrellas.
“Ríe payaso, ríe” parece decir el eslogan para un actor como Chaplin, que siempre fue a la búsqueda del amor, a la búsqueda de si mismo. Y sus pensamientos parecen que casi lo logaran. Pero para un genio, solo le queda dejarnos sus imágenes cobijadas por la música, y caer en una nostalgia, que el cine hace perdurable:
Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora
correcta y en el momento exacto y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre…”Autoestima”
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy
contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es…”Autenticidad”
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente y comencé a ver todo lo que acontece y que contribuye a
mi crecimiento.
Hoy eso se llama…”Madurez”
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es
ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, solo
para realizar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el
momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es…”RESPETO”
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que
no fuese saludable…, personas, situaciones, todo y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó esa actitud
egoísmo.
Hoy se llama…”Amor Propio”
Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí
de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero
y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es…”Simplicidad”
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y
con eso, erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es la…”Humildad”
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama…”Plenitud”
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, ella
tiene una gran y valiosa aliada.
Todo eso es…”Saber Vivir”
No debemos tener miedo de confrontarnos, hasta los planetas chocan
y del caos nacen muchas estrellas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Viendo a Chaplin (actor de la Inglaterra)
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reía.
Víctimas de la neurosis, los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores y cambiaban su neurosis en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegó un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.
“Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno estrés muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte”.
—Viaja y distráete.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas busca.
— ¡Tanto he leído!
—Que te ame una mujer.
— ¡Si soy amado!
— ¡Un título adquiere!
— ¡Noble he nacido!
— ¿Pobre eres quizá?
—Tengo riquezas
— ¿De lisonjas disfrutas?
— ¡Tantas escucho!
— ¿Que tienes de familia?
—Mis tristezas
— ¿Vas a los cementerios?
—Mucho... mucho...
— ¿De tu vida actual, tienes testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos; yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardarte;
Toma hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Chaplin, podrás curarte.
— ¿A Chaplin?
—Sí, a Chaplin... la más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.
— ¿Y a mí, me hará reír?
— ¡Ah!, sí, te lo juro, él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Chaplin!... Cambiame la receta.
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reía.
Víctimas de la neurosis, los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores y cambiaban su neurosis en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegó un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.
“Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno estrés muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte”.
—Viaja y distráete.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas busca.
— ¡Tanto he leído!
—Que te ame una mujer.
— ¡Si soy amado!
— ¡Un título adquiere!
— ¡Noble he nacido!
— ¿Pobre eres quizá?
—Tengo riquezas
— ¿De lisonjas disfrutas?
— ¡Tantas escucho!
— ¿Que tienes de familia?
—Mis tristezas
— ¿Vas a los cementerios?
—Mucho... mucho...
— ¿De tu vida actual, tienes testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos; yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardarte;
Toma hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Chaplin, podrás curarte.
— ¿A Chaplin?
—Sí, a Chaplin... la más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.
— ¿Y a mí, me hará reír?
— ¡Ah!, sí, te lo juro, él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Chaplin!... Cambiame la receta.