Si el cine es un reflejo de la sociedad, no cabe duda de que, la antaño avanzada y progresista Francia, de estar sumida en una crisis de valores y en una decadencia moral de la que le va costar largo tiempo salir.

Su reflejo más claro es que el síndrome Aja sigue haciendo daño, mucho daño. Y no es ni por la falta calidad del director ni por la falta de interés en sus obras. Es una cuestión más bien, de la falta de talento de esa legión de copycats que se presentan como presuntos directores de cine y que, mientras se reivindican como herederos de un estilo determinado de hacer cine, no se dan cuenta que en realidad están mendigando las migajas de un posible rédito comercial.

Este film, es claramente ejemplo paradigmático de esta situación. Una película rodada a la desesperada, como si cada plano fuera un acta fundacional de una nueva forma de hacer cine y que pretende hacer creer al sufrido espectador que su violencia cruda y brutal es una forma vehicular, como cualquier otra, de hacernos llegar un mensaje de presunta profundidad y trascendencia.

En el caso que nos ocupa, no se sabría a ciencia cierta si pretende denunciar el uso per se de la violencia o criticar las nuevas formas de fundamentalismo religioso que asolan nuestras sociedad. Pero la cuestión fundamental es que nada de eso importa, ya que el film nunca consigue trascender más allá de la expectación que genera ver si el nivel de burradas y depravaciones en pantalla puede ir más allá, de si hay un límite en el in crescendo de la barbarie cinematográfica.

Todo debido, a una filmación torpe, llena de exagerados y ridículos giros de guión que se mueven entre la obviedad más recurrente y la incoherencia más escandalosa, y a que, al responsable de este desaguisado se ha creido que detrás de lo que filmaba había una trama que sustentaría todo en base a su trascendencia, cuando lo único que hay son pretxtos banales que no pueden justificar en modo alguno lo que acontece.

Por eso la única pregunta que cabe hacerse es si el director pretende tomarnos el pelo a posta o realmente se cree lo que está haciendo. En cualquier caso la respuesta en ambos casos es que sea lo que sea, el responsable de este film es simplemente alguien incapacitado para hacer cine, sea por ir de listo o sea por su innegable falta de talento.

Lo mejor: Nada.
Lo peor: Que hubo quién aplaudió semejante horror.