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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Bélico. Drama Alemania, 1945. Últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto se puede dar casi por concluido, pues el país ha sido invadido por las tropas aliadas. Ya no quedan soldados adultos que defiendan las posiciones, tan sólo adolescentes. En una pequeña ciudad, un grupo de jóvenes ha recibido la orden de proteger un pequeño puente. Enardecidos ante la idea de defender a su país, y entusiasmados por la ideología nazi de "sangre y ... [+]
6 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película a la que el baqueteado epíteto “antibelicista” queda muy pequeño.
Ante todo, “Die Brücke” ―evocador título que, más allá de los hechos narrados, parece querer remitir al subgrupo expresionista del mismo nombre― está indudablemente emparentada con las corrientes renovadoras que sacudieron el adocenado cine europeo durante las décadas de los 50 y 60 ―Neorrealismo italiano, “Free Cinema” británico y, sobre todo, “Nouvelle Vague” francesa―.
De hecho, la primera de las dos mitades en que se estructura presenta palmarias similitudes con “Les 400 coups” (Los cuatrocientos golpes, 1959). No en vano ambas datan del mismo año, que por cierto cabría tildar de verdadero “annus mirabilis” cinematográfico, toda vez que alumbrara también joyas de la talla de “Hiroshima, mon amour” y “À bout de soufflé” (Al final de la escapada, estrenada en 1960).
A la sensibilidad poética de Truffaut para recrear la cándida rebeldía adolescente, añade Wicki una amarga denuncia, la del aberrante proceso de fanatización ejercido por el nazismo, que encuentra su corolario siniestro ―uno de tantos― en la estremecedora y larguísima secuencia bélica con que se resuelve la historia. Vaciándola de toda épica, Wicki redunda en la absoluta sinrazón de la guerra, donde definitivamente no hay lugar para los héroes, sino tan sólo para el dolor, la locura y, si acaso, la mugre.
Pese al previsible desenlace ―conste que aquí “previsible” carece de todo matiz peyorativo―, resulta casi imposible no empatizar con esos mesmerizados niños-soldado; hasta el punto, incluso, de desear su imposible “Victoria Final” ―utilizando la tumefacta retórica nazi―, prueba de la maestría de un director en estado de gracia.
Y no quisiera poner punto final a esta reseña sin dedicar una admirada mención a la fotografía. Gerd von Benin firma un precioso blanco y negro, de una belleza truncada y doliente como la juventud de sus protagonistas.
En fin, ahora sí para terminar, asistimos en “Die Brücke” a un prodigio fílmico, eso es evidente, al tiempo que ―y esto es más inhabitual― ético y estético. Imprescindible, vaya.
Carorpar
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