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España España · madrid
Voto de benigno:
9
Comedia. Drama Tras la súbita muerte de su marido, Carmina convence a su hija María de no dar parte de la defunción hasta pasados dos días y así poder cobrar la paga extra que él tenía pendiente. Durante esos dos días esconden el cadáver y disimulan su duelo en la cotidianidad de un bloque de pisos de un barrio humilde de Sevilla. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2014
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A mi manera.

Carmina afronta la vida y la muerte de una manera personal y sin medias tintas. A bocajarro, llena de vehemencia, visceral y con esa fuerza bruta de la naturaleza que es este personaje creado a imagen y semejanza de su madre, Paco León da un salto adelante con la secuela de su "Carmina o revienta" llenando de ficción el pseudo-documental que presentaba en su ópera prima. Aquí la depurada narración hace crecer todo lo que acontecía en la anterior propuesta del director, llenando de comedia negra (negrísima) la historia de Carmina, al descubrir a su marido muerto en el sillón del salón. Paco León crece como director y como guionista en un cocktail de géneros que va desde la comedia más pura, al drama más descarnado, pasando por el pseudo-western, el terror, el thriller psicológico y la picaresca propia y característica de este personaje ya icónico del cine español.

Toda ella en todo su esplendor, rodeada de unas vecinas en este caso que son puro gracejo: Teresa Casanova, como esa madre de un chaval con discapacidad psíquica agobiada y llena de dificultades que no puede más, Mari Paz Sayago como esa presidenta de la comunidad rara, encerrada para adentro y más "lista" de lo que parece, Ana Maria García, la amiga de la reina Sofía y junto a ellas comiéndose sus escenas con esa descarada verdad plagada de gags Yolanda Ramos como la porrera terapeuta heterocuriosa. Está sembrada. Estefanía de los santos como Fanny, la nuera de Carmina, rota de dolor y enamorada hasta las trancas. María León, excelente en una evolución de su personaje, su <María> (ella misma) llena de aristas y plieges de carne y hueso. Y por último Carmina, irrepetible, única, grande y libre.

Una película llena de vida, de muerte, de saltos de fe, de carcajadas aseguradas, de risas nerviosas, de complicidad y también de dolor en un ejercicio catártico de exposición de situaciones no reales que podrían serlo, jugando menos con el docudrama, pero mucho más con el psicodrama. Carmina no miente, no interpreta, no finge, todo lo que dice se convierte en verdad. Y amén.
benigno
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