Sentado en una amplia butaca de cine, con un cubo extra de palomitas (de las cuales, dejaré la mitad o más porque puedo - me da igual que pasen hambre en África) y un refresco gigante lleno de edulcorantes, colorantes y colocantes, me dispongo a ver una película muy original lo cual, siempre me llama la atención.

La originalidad es un valor que poco a poco vamos perdiendo, vamos al cine y de las 10 películas que hay, 11 son iguales entre ellas. Mismas escenas, mismos personajes estereotipados de los que tan mal suele interpretar Tom Hanks. Misma mierda, si me permiten la vulgar (y belenestebanada) expresión.

Pues bien, me he dado cuenta de que en 10 minutos he quedado con una nena 10 años menor que yo (yo 28, ella 18) y creo que debo ser más rápido porque, además, tengo que decirle alguna excusa a mi mujer.

En resumidas cuentas, la película parecía en un principio que no iba a dar para 90 minutos... ¿Qué cosas, aparte de darle a la zambomba (los que solían ver canal + los viernes por la noche me entenderán), puede hacer un tío encerrado tanto tiempo? En eso, un acierto para el director, Rodrigo Cortado y Doble Erre (Ryan Reynaldos) con una excelente interpretación, ya que saben darle el ritmo a la película que la deviene en interesantísima.

Además, ante tan carencia de posibilidades, sabe Rodrigor Mortés también utilizar recursos de cámara interesantimos. He visto cámaras en bellas ciudades que no han sabido moverse con tanta soltura como Rodri Cortante en medio metro cuadrado (hablo de tí, Buddy Alen).

Adiós, he de largarme a seducir a esta jovenzuela, pensaba hablar del mito de Copérnico y las centrifugaciones online, de mi experiencia en Belfast donde me ocurrió algo parecido a lo del film (salvo que en lugar de en un ataúd era en un hotel 5 estrellas donde me retuvieron) y de la derrota del Alcorcón frente al Madrid, pero no me da tiempo. Adíos.