No entiendo tanto ataque gratuito a esta película, ni que más se le puede pedir, pues si estamos de acuerdo en que Milla Jovovich no destaca por sus grandes aptitudes artíticas y es tan francesa como el vodka, nos encontremos quizás ante su mejor película y la armadura tampoco es que le siente nada mal.

¿Que se podría haber elegido a una Juana de Arco mucho más acorde? Claro, a bote pronto y francesa me viene a la cabeza Sophie Marceau, pero me estoy imaginando en semejante situación a Alizeé y tampoco me desagrada pero... ¿Que Milla Jovovich era la musa y amante de Besson por aquella época? Pues lógico que nos torture con la parienta para tenerla contenta, pero tampoco me parece, que almenos en esta ocasión, lo haga tan y tan mal como pregonan.

Como en toda su obra, Besson nos impacta con la fuerza de la imagen y la narración vigorosa y en ocasiones videoclipera, pero ofreciéndonos en esta ocasión una buena fotografía, acompañada como es habitual de la no menos buena música de Eric Serra, y pese a que la interpretación de la Jovovich podría ser mejor, se ve entregada y no desentona tanto en una cinta en que nadie tampoco sobresale particularmente.

Y si es una Juana gritona, es porque nos presenta a una santa mística, sensible, pero desquiciada pues con gusto cedería a otro la carga que supone llevar adelante su misión, que no quiere ser una heroína y no entiende tanto derramamiento de sangre, que solo quiere creer que lo que hace es lo que debe (de ahí sus conversaciones con Dustin Hoffman, su conciencia) y a la que para nada interesa la venganza, sino solo la voluntad de Dios.

"Los que me quieren... ¡que me sigaaaan!"