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Voto de Abel Manríquez Machuca:
10
Drama Crónica de los últimos ocho años de la vida del filósofo italiano Giordano Bruno (1548-1600), desde su captura en Venecia hasta su muerte en la hoguera, tras ser juzgado por la Inquisición, que consideró heréticas sus ideas acerca de la distinción entre las verdades de fe y las de la ciencia. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que una crítica o comentario, con esta película tengo una experiencia de vida.
La ví en el Cine Club de la ciudad de Valdivia, Chile, por 1978 aproximadamente (única vez), bien joven, cuando en realidad todavía estaba consolidando mi personalidad. Me impactó, desde luego su ritmo y sentido cinematográfico, la excelente evocación de la época y "realismo" de un pasado específico y biográfico.
Su contenido me remeció, me resultó hasta cruel respecto de mí, pues de niño venía sumido en una formación en que del sentido religioso católico tenía únicamente visiones perfectas de bondad, misericordia, moral superior, en suma, la expresión misma de Jesús, con su legado de misericordia, comprensión y perdón infinitos. Poseía si algun atisbo de crítica a lo institucionalizado en su nombre y representación, conocía algunos retazos de conocimiento de la Inquisición en pincelazos o vagos párrafos en libros o expresiones aisladas en asignaturas de historia en la educación superior.
La película Giordano Bruno me recreó con la fuerza del cine y su sentido de "puñetazo visual" (Eiseinstein) la fuerza extrema del oscurantismo medieval en nombre de Dios (suma de todas las perfecciones) defendiéndose a "brazo partido" y con todos sus medios represivos posibles del avance de la razón por la razón, la razón secular y positivista (liberada de la tutela Tomista, pues Santo Tomás la reconocía, pero únicamente en la dimensión, postulada por él mismo, en que existía y valía en tanto estaba por debajo de la religiosidad y teología católica, a la cual siempre la sometía).
El filme, a la vez, me puso bruscamente ante el realismo histórico de racionalizaciones y actuaciones de absolutismo intolerante y fanático, junto a ejecución de actos y decisiones inhumanamente salvajes y crueles, realizados y provenientes desde la entidad más determinante del mundo occidental en los 20 siglos de nuestra era. Hechos justificados, por parte de los ejecutores, en la preservación y mandato de respetabilidad a la verdad revelada, inmutable y eterna en las escrituras, la que esencialmente en el Nuevo Testamento, transmite el ejemplo y enseñanza de la mayor dulzura y consuelo humano, la del nacido en Belén en un pesebre, según esa misma tradición.
Seres humanos torturados, padeciendo en mazmorras, quemados vivos en hogueras en autos de fe (públicos y catárticos) en nombre de una "verdad única e indiscutible", ello en defensa de la fe, de la fe nacida de la vida y acción de quien ante los golpes, en realidad, ponía la otra mejilla antes que agredir al otro y que ante el sacrificio de su vida crucificado, lo aceptó y experimentó por la salvación del conjunto de la humanidad, es decir de todos los seres humanos sin excepciones.
En el Giordano Bruno que conocí por la película, aprecié a un ser humano convencido de la fuerza del conocimiento racional, como una línea de exploración del mundo y de las cosas, separado, independiente del contenido de las sagradas escrituras vistas, hasta ese entonces, como literales para explicarlo todo sin posible discusión y análisis.
Bruno no niega a Dios, pero separa las aguas del conocimiento racional, el que ya vislumbra al método científico, de lo teológico.
El en realidad, ve a Dios manifestado en todo, inclusive en distintos mundos en la grandeza del universo, planteando una cosmogonía más amplia que los simples límites de la Tierra, mundo éste, el nuestro, en que la comprensión teológica de su época situaba toda las relaciones del Dios con el Hombre y el Universo. Bruno llega hasta las últimas consecuencias, como un mártir del concepto moderno de conocimiento, como un "apóstol" de la razón moderna, razón que hoy nos parece tan natural, tan obvia.
Pero con Bruno y otros que siguieron, no solamente la racionalidad por sí se abrió paso en la existencia y cultura humanas, sino que también hicieron que la propia institucionalidad Iglesia Católica Apostólica Romana, modificara aspectos de las sagradas escrituras estimados inmutables por siglos, desechando por ejemplo, la cosmogonía de Ptolomeo, en las nuevas interpretaciones; posiblemente liberándose a su modo.
"Giordano Bruno" fue una película que disfruté como arte cinematográfico, pero que sufrí, padecí como ser humano con sensibilidad y experiencias ya fijadas sobre lo bueno y lo malo, sobre lo "verdadero" y "falso" institucionalizado, influyendo en alguna medida a que iniciaria una búsqueda hacia una mayor universalidad de sentimientos espirituales, de tolerancia y fraternidad hacia todo lo humano inspirado en valores y principios superiores e inspirados, cualesquiera que sean sus creencias y convicciones. Un proceso sin término, un camino donde la propia muerte quizás constituya una simple detención, un mero accidente o un episodio más de la vida simplemente natural.
Abel Manríquez Machuca
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