El trío de Jackson pulula en la épica batalla del abismo de Helm. En parajes de Nueva Zelanda.
Siempre he tenido una mente fantasiosa, a veces creo ser un súper héroe, un semidiós romano y hasta un súper agente internacional. Pero en verdad que mi mente, nunca se ha podido enganchar al universo de Tolkien. Tanta locura, tanta fantasía, tanto alucinamiento no encajan en mi mundo. Como en las dos anteriores criticas de la serie de “El señor de los anillos” (“La comunidad del anillo"” 14/febrero/2007 y “El retorno del rey” 10/febrero 2007) sigo en desacuerdo en considerar esta película como una obra maestra… y el 4 que le doy como calificación es evidente. Si nos damos cuenta, los dos Oscars obtenidos son por efectos visuales y efectos sonoros, nunca por actuación, ni si quiera por dirección; algo insuficiente para catalogarla como una obra monumental. Y aún a pesar de la aclamada y vitoreada actuación del Gollum por ordenador que desplaza a los actores humanos. La historia de “Las dos torres” y el andar de los hobbits no me resultan interesantes. La forma en como Jackson acomoda a sus personajes dentro de la gran batalla es plausible y el tinte trágico del personaje Theoden lo es también, pero al final del film, y una vez que el buen Pitt Jackson a embrujado a todos como buen mago, todo termina tan alucinante como la locura del Gollum. Lógico, al salir de la sala, solo veo un ejercito de Gollums, en sus miradas vidriosas esta la lucha entre el bien y el mal, en la que la Tolkien-Sauron, el nigromante… ¡ha ganado!