Si los muertos tuvieran orgullo, el protagonista de esta película hubiera sonreído al volver a su pueblo. Una sonrisa que diría: "Lo he intentado, sé que vosotros agradecéis mi empeño". Si los magrebíes y subsaharianos dedicaran calles a sus mártires, no tendrían suficientes avenidas para honrarles.
Chus Gutiérrez, una vez más, es la voz de los mudos y la albacea de los pobres con un gran capital: su dignidad. Ella sabe que estos intentos de concienciar no la reportarán mayor beneficio que el de reafirmar sus propias convicciones, egoísmo que no perdonan los defensores del arte inmaculado; ni los que salvaguardan lo divino, ante el embate tosco de lo humano.
El mágico vehículo del cine sirve también para transportar ataúdes llenos de verdad e intencionalidad. Ataúdes con muertos-vivos a hombros de vivos-muertos.

Y digo yo, si nos obligan a tantas cosas (aprender matemáticas, tener papeles, llevar atados los perros, pagar presupuestos militares....), ¿porqué no obligar a algunos que yo me sé a ver este tipo de películas?. Es que es triste constatar que es el tipo de cine que sólo ven quienes ya están convencidos de que es necesario cambiar las cosas, para conseguir mayores cotas de justicia e igualdad.

Buen trabajo de José Luis García Pérez que vuelve a transmitir verismo del bueno. ¡Anda, revístete de humildad y ve a ver Retorno a Hansala, que también se habla de futbol!.