Sin conocer el cómic, se puede decir que se asiste a la animación de éste, comparada con las de superhéroes actúales es superior, el murciélago que amenaza a todo tipo de maleantes callejeros, la delincuencia y la corrupción, la historia llega a tocar polítca, economía y hasta a la mafia, para luego quedarse en el duelo de siempre, tanto personaje que va siendo descartado para centrarse en el amor en medio del conflicto y en una sensación de venganza a su modo, la promesa de limpiar el nido de víboras queda en el vacío, con lo que la película en general tiene su ritmo y su acierto, pero el transfondo social es de dudosa reputación.

Apariciones o alucinaciones por sobredosis, sabe forjar la leyenda y el rumor, en eso se ve segura, también en la descripción del Jocker, un personaje arriesgado porque genera el mal por medio de espectáculos de ballet, el sabotaje lo hace fuerte, más fuerte que el Batman que no tiene energía para salvarlo en el momento del accidente, penoso fallo, como muchos otros, en lo que hay que centrarse principalmente Tim Burton no falla, graba escenas de acción mediante fotogramas, eso acerca al cómic, pero esa sensación de no quitar la careta a los altos cargos me desilusiona al avanzar la película, no es tenebrosa ni misteriosa, y su desviado humor nunca escandaliza.

La publicidad a través del pecado es infantil, irritante como los productos químicos, aunque esa forma de terrorismo tiene algo de novedosa al crear pánico social, es en lo único en lo que se siente bailar con el demonio, de resto la fruta prohíbida resulta inútil, y la resolución termina en un fracaso de cinta donde todo está descordinado.