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Togo Togo · Noplace
Voto de AGF:
2
Drama El Marqués de Coustine, un diplomático francés del siglo XVIII con una relación de amor/odio hacia Rusia se encuentra en un viaje en el tiempo en el Palacio de Invierno de San Petersburgo -desde los tiempos de Pedro el Grande hasta nuestros días. Con él, un invisible realizador ruso (en off), que está confuso sobre la posición de Rusia en Europa. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2009
27 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una obra sin precedentes. Sí señor. Un trabajo técnico espectacular que aplaudo, pero a mí no me la meten doblada. Vale, muy bien, hay 2000 extras, salen 33 habitaciones del Hermitage y todo está rodado en un sólo plano secuencia. Presuntamente, porque aunque no afirmaré con total seguridad que lo del plano secuencia es mentira, hay un momento en el que me parece que han hecho trampa. Y eso no estaría bien. Pero dejemos la incógnita en el aire.

¡300 años de la historia de Rusia! ¡¡300!! ¡¡¡En una hora y media!!! No, no, no. Espera. ¿300 años de la historia de Rusia? ¿¿300??? ¿¿¿En una hora y media??? Y una mierda. Aquí de historia hay más bien poco. Toda la puta película es un tío que está algo pirado y que se dedica a hablar (más bien a pensar en algo) sobre cosas que sólo él entiende y que sólo a él le interesan. Luego está el personaje interpretado por la cámara, que a saber a qué coño viene, y que se dedica a repetir lo que dice el tío viejo. Por favor, si lo único que queda claro de la historia de Rusia es que los zares reunieron todos los cuadros que se nos muestran en el Hermitage, y que en una batalla contra los alemanes murieron mil rusos. El resto es pura masturbación, relleno, cosas para gente culta/inteligente. Las conversaciones son para partirse el culo, un personaje dice una cosa y el otro contesta otra que no tiene nada que ver, o bien no contesta y continúa hablando solo.

Puedo soportar que no exista un tiempo concreto, y que el personaje principal esté ahí porque sí. Pero no saber de qué carajo habla porque nadie se moleste en explicarlo durante hora y media, no. Ni eso ni que Sokurov disfrace de lo que no es un letárgico e infructuoso viaje a través de las salas de un museo. Además, como bien señala Gilbert, con un guía pesado al que le falta un hervor.

El arca rusa me ha puesto de mala leche. Oh, sí. Durante un soporífero tramo final de casi media hora, la cámara se dedica a moverse con delicadeza entre gente que baila y que, después, sale del edificio. Ahí, si es que lo había, desaparece el argumento. Gente bailando y riendo, como mucho, se pillan al vuelo las frases aisladas que dicen unos y otro. Frases que no nos dicen nada. Menudo vacile. Qué cachondeo. ¡Oh, los dos mil actores, todos juntitos y vestiditos de época saliendo del museo! ¡Qué travelling! ¡Qué bonito! ¡Qué de gente...! ¡Pero qué puto coñazo! ¿A qué viene esto?

(Sigue en spoiler, pero sin spoiler, ya que en una historia sin presentación, nudo, desenlace, o por lo menos sentido del ritmo, no hay spoilers posibles)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AGF
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