Una de las sensaciones del año con atronadoras ovaciones en San Sebastián (incluído el Premio del Público) y en Sitges y con una notable valoración en su presentación en Cannes llega a las pantallas contándonos hechos cotidianos con la moralina del qué sucedería si perdiéramos el control.

Un elenco de actores inconmensurable y un humor negro y salvaje que llega de golpe acompañan el fantástico virtuosismo en la planificación de planos y en la puesta en escena que demuestra Szifrón, demostrando un talento y pulso excelente.

Lo único que quizás no le permite ser perfecta, es que algún episodio se alarga algo más de lo necesario (el capítulo con Darín y el protagonizado por Oscar Martínez) y otros que te dejan con ganas de más (el del restaurante) ante lo fantásticamente construido que están.

Aún así todos tienen momentos memorables y se convierten en críticas a nuestra sociedad actual, la situación económica y social de ésta y nuestro control ante nuestros impulsos.

Una locura excelsa que se convierte en una de las películas del año y nos brinda una boda antológica con una Erica Rivas impresionante y con un imprevisible final.