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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
6
Drama. Thriller Basada en la historia real del periodista estadounidense Gary Webb, que puso en evidencia las conexiones de la CIA con el mundo de la droga, y demostró que los barrios negros del país fueron inundados de crack mediante un narcotráfico destinado a abastecer de dinero y armas a la CIA. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2014
48 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
No parece muy casual que el primer rostro que aparece al abrirse este "Matar al mensajero" sea el de Richard Nixon al que vemos en una imagen de archivo dirigiéndose a la nación durante un discurso televisivo. Desde su inicio, la película de Michael Cuesta apunta alto, a Alan J Pakula y a "All the president´s men" nada menos, uno de los grandes referentes del género en el que se inscribe. Tampoco es extraño que posteriormente nos topemos entre su reparto con el británico Michael Sheen, quien diera vida en su día al mediático Martin Frost y acorralara con sus insidiosas preguntas al mencionado gobernante en "El desafio", aquel estupendo trabajo servido por Ron Howard hace ya algunos años.


En "Matar al mensajero" asistimos al enésimo desafío que mantiene el llamado cuarto poder contra el primero de todos, ese otro que casi no se ve. El film se centra en la historia de Gary Webb, periodista del modesto San José Mercury News quien a mediados de los noventa destapó las oscuras conexiones existentes entre la C.I.A y el mundo de las drogas. Casi por casualidad, Webb descubrió cómo durante la década anterior la todopoderosa agencia norteamericana había llegado a financiar a la Contra nicaragüense gracias al dinero del narcotráfico. El argumento, desarrollo y desenlace de la historia, David frente a Goliath una vez más, no resultan novedosos pero sí acaban siendo tremendamente atractivos como casi siempre.

Con un ritmo trepidante y ágil – y con una rumbosa Paz Vega que hace saltar chirivitas de los ojos de nuestro protagonista, un creíble en todo momento Jeremy Renner- Michael Cuesta logra enganchar al espectador desde el minuto uno. La película se sigue con interés durante su primer tercio en el cual vemos poco a poco desenredarse toda la madeja de intereses y corruptelas. Hay aromas de thriller setentero del bueno. El pulso se relaja de manera considerable en el tramo posterior, justo cuando el film se centra en la intrahistoria del personaje principal, con su particular e inevitable descenso a los infiernos, y en relatarnos la bajada de pantalones de sus superiores ante las también inevitables presiones por parte de quienes están todavía más arriba.

No se sabe si Michael Cuesta ha sentido el mismo miedo escénico que en su día sintió el propio Webb y ha decidido aflojar el pistón y no ir más allá de manera voluntaria. O se ha dejado arrastrar por el tono televisivo y melodramático de su conspiranoica criatura "Homeland" – no la sigo, y por tanto no puedo opinar al respecto. El caso es que llegado un momento, o no ha querido seguir tirando del hilo, o simplemente es que el hilo se le ha roto. Y como entretenimiento su película al final resulta un producto muy válido y muy digno, pero… Tal vez estábamos ante una película destinada a jugar en las grandes ligas, pero…
Juan Solo
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