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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Voto de Fej Delvahe:
6
Drama Desde niño, Francesco Forgione ha tenido visiones de la Virgen María, de Jesús y también del diablo. De adulto, se ordena sacerdote e ingresa en la orden de los Capuchinos con el nombre de Pío Pietrelcina. Pronto se pone de manifiesto que posee unos poderes para los que no hay explicación científica alguna: sana enfermos, conoce el nombre y los problemas de desconocidos a quienes predice el futuro... Cuando, en 1918, le aparecen ... [+]
31 de julio de 2010
18 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un filme interesante, hecho para televisión, del género religioso cristiano-católico, que narra la vida de Francesco Forgione o padre Pío (Italia 1887-1968), un religioso capuchino que después de su muerte ha sido beatificado y convertido en santo por Juan Pablo II con el nombre de san Pío de Pietrelcina.

Nos muestra con bastante imparcialidad el carácter visionario y clericalista de este hombre de pueblo metido a franciscano-capuchino. El tipo era de armas tomar, le encantaba pasarse ocho o más horas seguidas en el confesionario, dizque perdonando los pecados de la gente (o más bien enterándose de todas las intimidades de unos y otros), sin duda era un pasatiempo estupendo en un tiempo en que ni la televisión ni el Internet estaban aún ni en la calle ni dentro de la Iglesia. Además, el pío franciscano también era megalómano, le encantaba ser el centro de la parafernalia religiosa y tener a cientos de personas a su alrededor venerándolo o prestándole su tiempo, vista y halagos (cuando decía misa, la hacía durar hasta tres horas y encima se mosqueaba si el público aburrido, cansado y deseoso de que aquel ritual acabase de una vez, no estaba completamente atento y en silencio durante la consagración de la hostia). Sin duda este religioso estaba convencido-enajenado de que en el orden jerárquico tenía primacía la profesión clerical sobre la seglar, así si un seglar lo contrariaba y se ponía muy a la mano le daba un hostión manual en plena cara. O sea todo un clásico ejemplo de clérigo que se corre de gusto cuando le llaman "padre" y que no comulga con la recomendación evangélica de Mateo 23,1-12).

Hay una anécdota en la película en la cual el protagonista habla de esta manera: "En mi pueblo dicen que hay tres cosas inútiles: lavar la cabeza a los burros —aquí añadiría yo, 'sobre todo si son burros necionalistas-catalanes'—, añadirle agua al mar y hablar con los curas”. Es decir que él mismo, a veces, reconocía que era un auténtico cabezón, duro de mollera e intransigente hasta el hastío.

Su suerte o vete a saber qué, fue que le salieran estigmas en las manos y le sangraran, con lo cual la beatería crédula empezó a tomarlo por un santo (olvidando ese sabio refrán del pueblo que advierte: "EN SANTO QUE MEA NO CREAS").

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fej Delvahe
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