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Voto de Indalecio2:
2
4,7
26.360
Acción. Fantástico. Terror
Durante años, Blade ha luchado contra los vampiros sin que el mundo supiera lo que sucedía en los bajos fondos. Pero ahora, tras caer en las redes del FBI, se ve forzado a salir a la luz del día para unir sus fuerzas con un clan de humanos cazadores de vampiros que nunca supo que existían, los Nightstalkers. Junto a Abigail y Hannibal, Blade sigue la pista de una Antigua criatura que lo está acechando el vampiro original: Drácula. (FILMAFFINITY) [+]
27 de marzo de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en el 98 se estrenó "Blade", la película tuvo su gracia. El siempre incapaz de Wesley Snipes pareció haber encontrado un personaje de tebeo acorde a sus limitaciones interpretativas, cuya puesta en escena, sin ser desbordante, se dejaba ver sin molestar.
Tras cuatro años de parón, a aquel trabajo le siguió una continuación en donde la historia, contra toda previsión, pareció mejorar. Los malosos evolucionaron y a Snipes lo pusieron a trabajar en equipo con un grupo de actores que, aunque no fuesen los lumbreras de su promoción, cumplían bien y facilitaban digerir las carencias interpretativas del futuro evasor fiscal. Guillermo del Toro se portó.
Apenas dos años después, en el 2004, llegó esta tercera entrega, y lo mandó todo a hacer puñetas gracias a su guionista metido a director, David Goyer, quien para colmo de males resultó ser el que escribió los textos de las dos entregas anteriores. Una película desastrosa, con una historia desaprovechada y torpemente hilvanada, con un Wesley Snipes dando razones para que lo enchironaran y un plantel de secundarios cuyo posterior éxito profesional se antojaba harto discutible tras ver este mondongo.
"Blade: Trinity" es, por tanto, una película a evitar, aburrida, saturada de montajes absurdos, con frases delirantes y una historia principal que más que hilo conductor es un cable de alta tensión con el que electrocutar al espectador.
Su visionado está desaconsejado, salvo como lección acerca de lo que es una mala película.
PD: Recomiendo al lector consultar la sección "Trivia" de la ficha que IMDB conserva de esta película. Le ayudará a entender este desbarajuste.
Tras cuatro años de parón, a aquel trabajo le siguió una continuación en donde la historia, contra toda previsión, pareció mejorar. Los malosos evolucionaron y a Snipes lo pusieron a trabajar en equipo con un grupo de actores que, aunque no fuesen los lumbreras de su promoción, cumplían bien y facilitaban digerir las carencias interpretativas del futuro evasor fiscal. Guillermo del Toro se portó.
Apenas dos años después, en el 2004, llegó esta tercera entrega, y lo mandó todo a hacer puñetas gracias a su guionista metido a director, David Goyer, quien para colmo de males resultó ser el que escribió los textos de las dos entregas anteriores. Una película desastrosa, con una historia desaprovechada y torpemente hilvanada, con un Wesley Snipes dando razones para que lo enchironaran y un plantel de secundarios cuyo posterior éxito profesional se antojaba harto discutible tras ver este mondongo.
"Blade: Trinity" es, por tanto, una película a evitar, aburrida, saturada de montajes absurdos, con frases delirantes y una historia principal que más que hilo conductor es un cable de alta tensión con el que electrocutar al espectador.
Su visionado está desaconsejado, salvo como lección acerca de lo que es una mala película.
PD: Recomiendo al lector consultar la sección "Trivia" de la ficha que IMDB conserva de esta película. Le ayudará a entender este desbarajuste.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La lista de horrores de esta película es generosa. He aquí algunas lindezas por las que detestarla:
- Los chistes malos de Ryan Reynolds, quien por entonces carecía de la admiración actual por "Deadpool". Algo difícil de preveer viéndolo aquí.
- Los diálogos de Wesley Snipes quien, más que hablar, sentencia chuloputeces. Y eso que apenas tiene un centenar de líneas.
- De acuerdo, y su cara. Ahora Snipes juega al póker con la cámara gracias a sus gafas negras y su actitud de "esto lo hago por obligación contractual".
- Y seguimos con Blade y su repentina senilidad, quien ya no distingue a un humano de un vampiro, cae en trampas bobas y termina saliendo en el telediario, aun habiendo montado casquerías durante años sin levantar sospecha.
- No obstante, para lo que le conviene sí que es espabilado. El muchacho lleva un preciso conteo mental de todos los vampiros que ha liquidado.
- Los diálogos en general. Los personajes mueven los labios y no dicen nada de interés. Podrían haber hecho una película sin decir ni mu que habría funcionado igual. O incluso mejor.
- Drake, el zarrapastroso némesis de Blade, cuyo nulo carisma y pésima interpretación arruinan la película cada vez que aparece. El personaje, contra toda lógica, está desperdiciado, aun siendo el CEO de Chupasangres S.A.
- Y sus secuaces de sainete tampoco se escapan, tal es la chirigota carnavalesca que conforman, tanto por su aspecto como por sus frases. Los de RR.HH. no estuvieron finos contratando facinerosos.
- La pronta muerte de Kristofferson, único personaje con miga, y no sin antes haber sido asesinado y resucitado en las entregas anteriores. Para una cosa que hacen bien y la pifian nada más empezar.
- Lo mal que ha envejecido la tecnología en sólo 13 años. Cámaras de vídeo que hay que echarse al hombro (!), periodistas con micrófonos de medio metro (!!), y los iPods como ejemplo de revolución tecnológica. Algunas dudosamente modernas en su momento; todas abiertamente risibles hoy día.
- Escenas ridículas que nunca debieron rodarse, y menos aún montarse: Una peineta al sol al principio de la película, atrapar chupópteros usando un bebé de juguete, consoladores de vampiro, cereales chocolateados del conde Drácula, fiambreras con pegatinas vampíricas, maloso rugiendo al techo después de morder un cuello, persecución inicial con escenas aceleradas para aparentar velocidad. El metraje se hunde en el fango, cual lingote de plomo, con cada una de estas tonterías. Y hay más, ojo.
- La música monorrítmica e insoportable. Herencia de las anteriores entregas, aunque ahora más pesadita.
- Una niña... que no pinta nada en la historia.
- El FBI, que tampoco pincha ni corta en la película. Del creador de "la niña que no pintaba nada".
- Parker Posey, alias "chochete dentado", cuya interpretación está entre lo peor de la película. Siendo justos, las líneas que le endosaron tampoco ayudaron. Y el doblaje al castellano, "como zi le faltaze la dentaduda poztiza", tampoco.
- El sucedáneo de "Q" creando gadgets. Por momentos Blade parece Bond, pero más tonto, más antipático y más negro.
- Un perro vampiro pomeranio y los cuescos ajeros de Reynold. En serio, aquí el guionista tuvo un mal día. Casualmente también era el director.
- Los chistes malos de Ryan Reynolds, quien por entonces carecía de la admiración actual por "Deadpool". Algo difícil de preveer viéndolo aquí.
- Los diálogos de Wesley Snipes quien, más que hablar, sentencia chuloputeces. Y eso que apenas tiene un centenar de líneas.
- De acuerdo, y su cara. Ahora Snipes juega al póker con la cámara gracias a sus gafas negras y su actitud de "esto lo hago por obligación contractual".
- Y seguimos con Blade y su repentina senilidad, quien ya no distingue a un humano de un vampiro, cae en trampas bobas y termina saliendo en el telediario, aun habiendo montado casquerías durante años sin levantar sospecha.
- No obstante, para lo que le conviene sí que es espabilado. El muchacho lleva un preciso conteo mental de todos los vampiros que ha liquidado.
- Los diálogos en general. Los personajes mueven los labios y no dicen nada de interés. Podrían haber hecho una película sin decir ni mu que habría funcionado igual. O incluso mejor.
- Drake, el zarrapastroso némesis de Blade, cuyo nulo carisma y pésima interpretación arruinan la película cada vez que aparece. El personaje, contra toda lógica, está desperdiciado, aun siendo el CEO de Chupasangres S.A.
- Y sus secuaces de sainete tampoco se escapan, tal es la chirigota carnavalesca que conforman, tanto por su aspecto como por sus frases. Los de RR.HH. no estuvieron finos contratando facinerosos.
- La pronta muerte de Kristofferson, único personaje con miga, y no sin antes haber sido asesinado y resucitado en las entregas anteriores. Para una cosa que hacen bien y la pifian nada más empezar.
- Lo mal que ha envejecido la tecnología en sólo 13 años. Cámaras de vídeo que hay que echarse al hombro (!), periodistas con micrófonos de medio metro (!!), y los iPods como ejemplo de revolución tecnológica. Algunas dudosamente modernas en su momento; todas abiertamente risibles hoy día.
- Escenas ridículas que nunca debieron rodarse, y menos aún montarse: Una peineta al sol al principio de la película, atrapar chupópteros usando un bebé de juguete, consoladores de vampiro, cereales chocolateados del conde Drácula, fiambreras con pegatinas vampíricas, maloso rugiendo al techo después de morder un cuello, persecución inicial con escenas aceleradas para aparentar velocidad. El metraje se hunde en el fango, cual lingote de plomo, con cada una de estas tonterías. Y hay más, ojo.
- La música monorrítmica e insoportable. Herencia de las anteriores entregas, aunque ahora más pesadita.
- Una niña... que no pinta nada en la historia.
- El FBI, que tampoco pincha ni corta en la película. Del creador de "la niña que no pintaba nada".
- Parker Posey, alias "chochete dentado", cuya interpretación está entre lo peor de la película. Siendo justos, las líneas que le endosaron tampoco ayudaron. Y el doblaje al castellano, "como zi le faltaze la dentaduda poztiza", tampoco.
- El sucedáneo de "Q" creando gadgets. Por momentos Blade parece Bond, pero más tonto, más antipático y más negro.
- Un perro vampiro pomeranio y los cuescos ajeros de Reynold. En serio, aquí el guionista tuvo un mal día. Casualmente también era el director.